Las guerras alrededor del mundo se han caracterizado por el daño generalizado a la población humana. Se estima que las guerras en el siglo XX dejaron más de 100 mil muertes entre guerras menores y mayores (Lawrence et al., 2015). No obstante, la evaluación de las consecuencias de las guerras se ha enfocado principalmente en el aspecto político, económico y demográfico, descuidando y subvalorando el impacto ambiental de estos acontecimientos mundiales.
La contaminación en la guerra se genera especialmente por la prueba, producción, transporte, desarrollo y uso de armas (explosivos, incendiarios, pequeñas y grandes armas, bombas, armas nucleares, armas radiológicas, químicas y agentes biológicos) .
(Sidel et al., 2009)(Lawrence et al., 2015).
Estas actividades generan impactos negativos sobre los lagos, ríos, arroyos y acuíferos, los suelos y la atmósfera por la presencia de residuos peligrosos contaminantes como aceites y fluidos metálicos, químicos usados en explosivos, pesticidas, metales pesados, solventes metálicos de limpieza.
Las armas nucleares utilizadas, producidas y probadas en diferentes países, han generado la contaminación de grandes cantidades de suelos liberando:
- Plutonio
- Uranio
- Estroncio
- Cesio
- Benceno
- Bifenilos policlorados
- Mercurio
- Cianuro
- Y otros químicos carcinogénicos y mutagénicos (Gidarakos, 2015; Sidel et al., 2009)
El alto potencial de las armas para la destrucción humana y alteración de paisajes y ecosistemas conlleva a su toxicidad para humanos, vertebrados, organismos acuáticos, tejidos de plantas, y herbívoros, con efectos por lo general severos, a largo tiempo e irreversibles(Lawrence et al., 2015).
Efectos inmediatos y a largo plazo adicionales por las armas en la guerra incluyen:
- Erosión de suelos y degradación de la agricultura
- Radiación
- Contaminación atmosférica
- Deforestación-defoliación
- Contaminación oceánica
- Destrucción de la estructura de la sociedad, etc. (Gidarakos, 2015; Lawrence et al., 2015).
Un ejemplo del impacto generado por el uso de armas se dio en la guerra del golfo, llevada a cabo entre 1990 y 1991, la cual liberó casi media tonelada de dióxido de carbono con humo que contenía un coctel de químicos como sulfuro, mercurio, dioxinas y furanos que son tóxicos para humanos y son serios contaminantes en ecosistemas naturales (Gidarakos, 2015)).
La solución más sencilla para mitigar o desaparecer todos los impactos generados es evitar a toda costa la guerra y reemplazarla por diálogos participativos. Lastimosamente, este escenario no siempre ha sido llevado a cabo, y dado ese caso es necesario implementar procesos de prevención de elementos específicos de la guerra, otras actividades militares y la reducción drástica de la preparación para la guerra mediante el fortalecimiento de los tratados sobre armas nucleares, fortalecimiento de la convención sobre armas biológicas y tóxicas, fortalecimiento de la convención sobre las armas químicas y promover la convención sobre minas antipersonales.
Además, estos tratados deben de garantizar no sólo el cumplimiento estricto de las reglas sino también que se cumplan las normas de seguridad necesarias y que los riesgos asociados se evalúen, gestionen, se comuniquen y se discutan adecuadamente con las poblaciones afectadas.
También se debe incluir actividades de reconstrucción ambiental después de que la guerra haya terminado y exigir reparaciones punitivas por daños ambientales. Dentro de estos dos tipos de prevención se pueden generar programas para la eliminación de armas almacenadas, principalmente las químicas y biológicas, las cuales son generalmente dispuestos en el mar (Gidarakos, 2015; Lawrence et al., 2015; Sidel et al., 2009).
Referencias:
Gidarakos, E. (2015). War and environmental impacts. Waste Management, 35, 1–2. https://doi.org/10.1016/j.wasman.2014.10.007
Lawrence, M. J., Stemberger, H. L. J., Zolderdo, A. J., Struthers, D. P., & Cooke, S. J. (2015). The effects of modern war and military activities on biodiversity and the environment. 460(June), 443–460.
Sidel, V. W., Levy, B. S., & Slutzman, J. E. (2009). Prevention of War and Its Environmental Consequences. 21–39. https://doi.org/10.1007/698