El carbón activado es una forma del carbón que se procesa para que tenga mayor área superficial en forma de poros, dónde se da la adsorción física o química de los contaminantes [1]. Un gramo de carbón activado puede tener alrededor de 500 -3000 m2 de superficie, y una cucharadita (6-8 g) tiene aproximadamente el área de un campo de fútbol (7140 m2) [1]. Las fuerzas de Van Der Waals u otros enlaces químicos son las interacciones que permiten que el carbón activado adsorba los contaminantes [2].
El carbón activado se produce por activación química, física con vapor a alta temperatura o la combinación de ambas, a partir de cáscara de coco, turba, madera dura y blanda, carbón de lignito, carbón bituminoso, huesos de aceituna [2], bambú, aserrín, huesos de melocotón, entre otros [1].
La capacidad de adsorción del carbono está fuertemente influenciada por la estructura química de su superficie, que depende de los grupos funcionales presentes:
Además, de la estructura de los poros que depende del material empleado para la producción del carbón activado y el método de activación [3].
Así, el carbón activado a base de materiales como el coco, el carbón mineral (antracita, bituminoso, o lignito) y la madera, presentan diferentes características en su porosidad por lo que se emplean en diferentes usos: el carbón activado a base de coco contiene un 90% de microporos (<100 Å) y es apto para la declorinación, el de carbón mineral contiene principalmente micro y mesoporos (100-1000 Å) y se usa para eliminar olores pero no en es recomendado para el tratamiento de aguas porque puede afectar el sabor, y el carbón activado de madera contiene meso y macroporos (>1000 Å) y permite la remoción de color [4, 5, 6].
El carbón activado puede alterar el pH del agua, dependiendo de su método de activación y de la composición química del agua a tratarse. Así, puede influir el contenido de cenizas del material de partida del que se produjo el carbón activado, las cargas presentes en su superficie, los residuos del proceso de activación, y el total de sólidos disueltos (TDS); además de la capacidad buffer y el pH del agua que pasa por el carbón. El efecto de alteración del pH puede durar 150 a 500 volúmenes de lecho [7, 8, 9].
Asimismo, existe una clasificación del carbón activado en tipo H y L. El “tipo H” son hidrófobos y cuando se sumergen en el agua adquieren una carga positiva al absorber iones de hidrógeno (H +), por lo que el pH normal de sus efluentes es ligeramente básico. Mientras que el carbón “tipo L” es hidrófilo, absorbe iones de hidroxilo (OH-) cuando se sumerge en agua y el pH normal del efluente es ácido [7,8,9].
Finalmente, el carbón activado permite la remoción de gran cantidad de productos químicos orgánicos e inorgánicos en el agua, como subproductos de desinfección, pesticidas, y algunos metales pesados, mejorando así su olor y sabor. Pero es importante destacar que, también hay gran cantidad de sustancias que no puede remover, entre ellas el arsénico, fluoruros, nitratos, fosfatos, sodio y aunque puede atrapar microorganismos, no puede matarlos, de hecho, hay bacterias que colonizan fácilmente el carbón activado granular [10, 11,12]. Además, si en el agua hay presencia de contaminantes más grandes que sus poros, se pueden saturar fácilmente, impidiendo la buena remoción de contaminantes, por lo que es importante que a la hora de hacer el montaje de un tren de tratamiento de agua se considere las características de los contaminantes a remover.
Cabe considerarse que, los picos de pH en el agua que se producen durante el tratamiento con carbón activado pueden no ser aceptables para el consumo, vertimiento o funcionamiento de otros equipos posteriores al filtro para el tratamiento de las aguas, por lo que se debe verificar con el proveedor el rango aceptable de variación del pH, lavar el carbón hasta no observarse variaciones en el pH, hacer mediciones constantes de pH cuando se usa un carbón nuevo y/o ajustar in situ el pH alterado.
Referencias: